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Café con hielo

Besos en tu piel

Besos en tu piel
Mis labios buscan y siguen el camino trazado. Trazos que el deseo, el tuyo y el mío, tiene grabados. De tus pies a tus piernas, deleitarse con las caricias que ofrece tu piel. Rodear tus muslos, rozarlos apenas. Amarrar mis manos a tus caderas, apresar tus nalgas prietas. Bordear con los labios tu sexo, acercarse y alejarse, que sientas mi aliento en él. Que el roce de mi lengua sea promesa reflejada en tu vientre. Y en él, tu ombligo mira y suspira.

Volver a bajar, volver a subir. Bordear tu cuerpo y perderse en el contorno de tu sexo. Vientre, caderas, muslos, fronteras del deseo -que es el tuyo y el mio- Morder, sentir, besar. Perderse en ti, y no quererme encontrar. Mi lengua se desliza, acaricia y se acaricia. Vibra al compás de la melodía que marcan tus jadeos. Sin pausa, despacio, deprisa. Sentir como tiemblan tus caderas, como se tensa tu piel, como enloqueces de la cabeza a los pies. En mi lengua, la locura de tu locura. En mis labios tú, y el recuerdo de tu piel.




A tu lado

A tu lado



Arte

Arte Cuando iba al colegio nos llevaron al museo del prado en una excursión escolar. Estuvimos dos horas en el museo y vimos los cuadros de una única sala -y no todos-. Uno de los profesores nos explicó con todo detalle cada una de aquellas obras de arte sin que ninguno de los niños nos enterásemos de nada.

Yo pude superar el trauma -más o menos-, pero alguno de aquellos pequeños compañeros míos no lo logró nunca y hoy día en su casa tienen moqueta en las paredes. No pueden ver ni la pintura ni el papel pintado.

Desde poco después de nacer mi hija he empezado a llevarla a museos y salas de exposiciones, pero he empezado por el arte contemporáneo. Así, si no me sale artista, por lo menos habrá aprendido marketing.


Abierto por vacaciones

Abierto por vacaciones No oleré a mar salada ni a arenas de playas del sur. No me quejaré del agua fría de Arosa ni nos calará la lluvia en Santiago. No compraremos jabones en La Toja, ni pasearemos por las calles de Cambados. No me sorprenderá la noche de Cudillero, ni la tranquilidad de Novellana. No cruzaré selvas cantábricas buscando playas desiertas ni me asomaré a sus acantilados con ojos de niño asombrado. No me perseguirá una gaviota furiosa entre las calitas de Conil. No caminaremos desnudos por aquella inmensa y solitaria playa del sur. No tomaré café en las terrazas de Oviedo o Avilés, ni cervecitas en las noches de Sevilla. No atascaré mi coche en las arenas de El Rocío. No me refrescaré en las fuentes de Córdoba. No pasearemos entre ruinas y vestigios de tiempos pasados. No admiraremos monumentos y paisajes de otros lugares.

Me conformaré con unas cervecitas frías y buena compañía. Café con hielo al atardecer en cualquier terraza de mi ciudad. Paseos por el río, el frescor de los museos y por que no, de los centros comerciales. Escapar a la sierra, al pantano, incluso a volver a esas piscinas abarrotadas que hace siglos que ignoro. Las chapuzas pendientes de la casa, colgar por fin los cuadros olvidados, la silla que cojea, la luz que no luce, los cacharros que no funcionan. Dar más tiempo a mis aficiones, editar los videos de este año, preparar las últimas fotos, escribir a los amigos. Abrir mis carpetas de dibujos y, tal vez, añadir alguno nuevo. Leer por fin algún libro por el simple placer de hacerlo. Olvidarme de la informática, del trabajo y de los problemas. Y sobre todo imaginarme a cientos de kilómetros de mi vida habitual.

Tengo toda una semana por delante.