El sueño y su final - II -
El sueñó y su final - I -
Y yo sueño despierto en una pesadilla. No debía estar allí. ¿Lo estoy?
Si, lo estoy. No es un sueño, solo es una pesadilla. El coche dejó de ser peonza pero el mundo y mi cabeza siguieron girando durante un buen rato.
Una mano gira la llave y quita el contacto. Alguien había abierto la puerta y me pregunta. No respondo. Más voces interrogan y él que me preguntó les dice que esperen, que seguramente estoy bien pero aturdido.
Ya puedo hablar pero no quiero. No quiero hablar, no quiero estar allí. Sigo oyendo el ruido del golpe, está dentro de mi cabeza. Salgo obligado y alguien, después de comprobar que estoy bien, relativamente bien, se disculpa. No le comprendo. Me pide perdón por haber pasado por allí, por haberse cruzado en mi camino. Es el conductor del camión, el que ha embestido mi vehículo. Veo un camión cruzado en la carretera, no es un gran camión, pero sí lo suficiente para haber destrozado mi coche. El hombre habla sin parar. Está nervioso y se lamenta. No entiendo nada. Juraría que me había saltado un stop. El hombre me cuenta, contándoselo a sí mismo, que ese cruce es peligroso, que el nunca pasa por ahí por que lo sabe, por que le da miedo. Es un cruce sin visibilidad y el stop está mal colocado. Casi nadie lo ve, solo los que lo conocen. Pero hoy tenía prisa y por ese lado del pueblo se tarda menos. Maldita prisa dice él. Maldita prisa pienso yo. Últimamente voy corriendo a todos lados, por cualquier carretera. Más pronto o más tarde algo así tenía que pasar.
Alguien con voz imperativa pregunta. Le miro sin abrir del todo los ojos. Es un guardia civil con cara agriada que pregunta. A su lado hay otro, más joven. No les digo nada. No sé si no puedo o no quiero. Me vuelve a preguntar si estoy bien y asiento con la cabeza. Nos dice que mejor que vayamos al cuartelillo, que empieza haber demasiada gente y allí estaremos más tranquilos. Recojo la documentación y nos ponemos en marcha.
Miro mi coche. Tiene un golpe en el lateral izquierdo trasero. Esa parte ha quedado destrozada. La rueda está deshecha y el portón está abierto. Parece que el único herido ha sido él. Sangra gasoil. Me da pena. Es un coche alquilado, pero con él he recorrido cientos de kilómetros en las últimas semanas. Más de los que había hecho antes en toda mi vida.
Nos dirigimos al cuartelillo en procesión lastimera. El pobre camionero y mi pobre persona con la cabeza baja caminamos precedidos por el guardia joven que indica el camino. Unos pasos detrás el otro guardia, que no ha variado su cara de pocos amigos. Y todos somos seguidos por unos cuantos niños del pueblo y un par de viejos.
Empieza a llover. El cuartelillo está a las afueras del pueblo, no muy lejos del lugar del accidente. Es un lugar triste, tan triste como este día.
Y yo sueño despierto en una pesadilla. No debía estar allí. ¿Lo estoy?
Si, lo estoy. No es un sueño, solo es una pesadilla. El coche dejó de ser peonza pero el mundo y mi cabeza siguieron girando durante un buen rato.
Una mano gira la llave y quita el contacto. Alguien había abierto la puerta y me pregunta. No respondo. Más voces interrogan y él que me preguntó les dice que esperen, que seguramente estoy bien pero aturdido.
Ya puedo hablar pero no quiero. No quiero hablar, no quiero estar allí. Sigo oyendo el ruido del golpe, está dentro de mi cabeza. Salgo obligado y alguien, después de comprobar que estoy bien, relativamente bien, se disculpa. No le comprendo. Me pide perdón por haber pasado por allí, por haberse cruzado en mi camino. Es el conductor del camión, el que ha embestido mi vehículo. Veo un camión cruzado en la carretera, no es un gran camión, pero sí lo suficiente para haber destrozado mi coche. El hombre habla sin parar. Está nervioso y se lamenta. No entiendo nada. Juraría que me había saltado un stop. El hombre me cuenta, contándoselo a sí mismo, que ese cruce es peligroso, que el nunca pasa por ahí por que lo sabe, por que le da miedo. Es un cruce sin visibilidad y el stop está mal colocado. Casi nadie lo ve, solo los que lo conocen. Pero hoy tenía prisa y por ese lado del pueblo se tarda menos. Maldita prisa dice él. Maldita prisa pienso yo. Últimamente voy corriendo a todos lados, por cualquier carretera. Más pronto o más tarde algo así tenía que pasar.
Alguien con voz imperativa pregunta. Le miro sin abrir del todo los ojos. Es un guardia civil con cara agriada que pregunta. A su lado hay otro, más joven. No les digo nada. No sé si no puedo o no quiero. Me vuelve a preguntar si estoy bien y asiento con la cabeza. Nos dice que mejor que vayamos al cuartelillo, que empieza haber demasiada gente y allí estaremos más tranquilos. Recojo la documentación y nos ponemos en marcha.
Miro mi coche. Tiene un golpe en el lateral izquierdo trasero. Esa parte ha quedado destrozada. La rueda está deshecha y el portón está abierto. Parece que el único herido ha sido él. Sangra gasoil. Me da pena. Es un coche alquilado, pero con él he recorrido cientos de kilómetros en las últimas semanas. Más de los que había hecho antes en toda mi vida.
Nos dirigimos al cuartelillo en procesión lastimera. El pobre camionero y mi pobre persona con la cabeza baja caminamos precedidos por el guardia joven que indica el camino. Unos pasos detrás el otro guardia, que no ha variado su cara de pocos amigos. Y todos somos seguidos por unos cuantos niños del pueblo y un par de viejos.
Empieza a llover. El cuartelillo está a las afueras del pueblo, no muy lejos del lugar del accidente. Es un lugar triste, tan triste como este día.
Continuará...
12 comentarios
Miguel -
No todo es malo, aunque lo malo pesa mucho.
Un abrazo.
Marta -
Miguel -
Marta -
Miguel -
Sobre la comodidad depende... ;-)
Marta -
Miguel -
"Vísteme despacio que tengo prisa"?
Yo me he desprendido de muchos, y a casi todos les cogí cariño. Algunos hasta tuvieron nombre (aunque yo no les bauticé).
Pero ahora, mi coche, al que le fui infiel durante muchos años, me ha perdonado. Y no me queda más remedio que serle fiel.
Ya nos enteraremos de las otras dos cosas Sergi;-)
Sergi -
Y viajar sin prisa.
"La prisa mata" dicen en Marruecos...
;-)
Miguel -
Pero esto que has leido no es el final. En algún momento he tenido que situar el comienzo.
Queda mucho recorrido para que la tuerca apriete, y tal vez sea capaz de contarlo... y llegar al final.
.
Marta -
No?
Miguel -
Por ahora todo es tal cual pasó, salvo las lagunas y turbiedades que deja el paso del tiempo en el recuerdo.
.
Marta -